Homenaje
al General Juan José Valle, fusilado por la subversiva “Revolución fusiladora”
el 12 de Junio de 1956, junto a 26 personas más, violando la Constitución
Nacional que prohíbe expresamente la pena de muerte…
Hace unos años, el Correo de Lectores del
diario La Nación, publicó una carta del ex vice presidente de Raúl Alfonsín,
Dr. Víctor Martínez, referida a un nuevo aniversario de la muerte del general
Aramburu, que el diario de los Mitre reprodujo -como no podía ser de otra
manera- con sumo regocijo, y no menos unción y fruición.
Su título: “Aramburu, un patriota” y la sarta de conceptos
laudatorios que le siguen, dejan pasmados de asombro a más de uno, sobre todo a
aquella inmensa mayoría que conoció y padeció las “virtudes” del “patriota”
recordado.
En su “exaltada apología”, el político
-perteneciente desde siempre a la más rancia prosapia cordobesa- transcribe
textualmente un editorial del año 1970 del diario “Los Principios” -ya
desaparecido- del que era copropietario y director. Entre otras expresiones se destaca:
“Sobrecogidos los espíritus de estupor, de indignación y de zozobra; eran
seguidos todos los pasos tendientes a esclarecer el secuestro del ex presidente
de facto. Sin embargo la noticia llegó en su cruda realidad, para
sumirnos a todos, amigos, nativos y extranjeros, allegados o no al ex
mandatario desaparecido, en la profunda congoja. El crimen segó una vida
humana, sin sentido ni razón, pues al margen de la disparidad de ideas, o de
discrepancias sobre la forma de actuación, la personalidad relevante del ex
mandatario, sobresalía con virtudes propias, como un patriota y republicano
auténtico, preocupado por la Argentina, y que afrontara con altura, la
responsabilidad que le cupo en períodos amargos, aferrado permanentemente al
camino del diálogo, la comprensión y el entendimiento pacífico”. Y
finaliza: “Argentina está de luto: ha muerto un
argentino, han caído principios y se ha retrocedido en los ámbitos del
pensamiento, de la acción y de los métodos. Quiera Dios que la memoria de su
destinatario, puede iluminarnos para encontrar la ruta que él quiso y que todos
anhelamos. No se supo preservar una vida útil puesta al servicio del país”.
Más allá de la visceral aversión que toda violencia contra la vida
de un ser humano debe generar, el desmedido panegírico a la personalidad del
ajusticiado causa estupor, más aún viniendo de alguien que, gracias al estado
de derecho que garantiza la democracia, con el único mérito de pertenecer a una
casta social de apolillado “abolengo”, y a pesar de su supina ineptitud, llegó
a la vicepresidencia del país -que, como es de público y notorio, no tiene
mucho que agradecerle precisamente- y supo mamar de las mieles del poder,
gracias a la expulsión del Terrorismo de Estado y a las libertades cívicas que
con tantos muertos supimos conseguir.
¡Precisamente él, viene a ensalzar a quien fue el paradigma de la
subversión militar, de la negación absoluta de todas y cada una de las
garantías y los derechos humanos de los ciudadanos; de la represión sistemática
e inhumana, que transformó aquello de “ni vencedores ni vencidos” de Lonardi,
en la más feroz antinomia entre los argentinos, mediante feroz represión,
proscripciones ilegales, confiscaciones, deportaciones y fusilamientos en masa
de inocentes, e inauguró la era de asaltos al poder y a la constitución más
sangrienta de nuestra historia, sólo superada después, por sus criminales
camaradas del Proceso genocida!. ¡¿Ignora el ex vicepresidente de la
democracia recuperada que su “patriota” -al que Perón calificó de “inepto para
todo, menos para la perversidad”- fue, junto a sus pares de la armada, la
cúpula de la Iglesia -y algunos correligionarios suyos- , artífice del horrendo
bombardeo a Plaza de Mayo, aquella garuante mañana del 16 de Junio del ´55,
donde se masacró a cientos de niños, mujeres y ancianos indefensos durante
una manifestación de desagravio a la bandera nacional quemada por activistas de
la Acción Católica?!"
¡¿En qué país vivía el ex vicepresidente cuando luego de la
sangrienta usurpación del poder en Setiembre del ´55, el “republicano
auténtico” -como lo llama- en medio de una tenebrosa purga militar, derroca al
general Lonardi -que muere sospechosamente al poco tiempo- porque quería
normalizar el país convocando a elecciones de inmediato, da comienzo a una
despiadada cacería humana por medio de sus mercenarios Comandos Civiles entre
otros, y promueve un revanchismo sin dimensión ni cuantía, hasta
extremos jamás vistos en el país?!
¡¿Que Aramburu secuestró y traficó durante años en un
itinerario macabro, el cadáver de Eva Perón?!. ¿Que hizo asesinar a un grupo de
obreros y dirigentes peronistas en los basurales de José León Suárez, como lo
documentó la película “La Hora de los Hornos”?. ¿Que fusiló al sí patriota
general Valle -porque quería restaurar el orden legal- y a un grupo de músicos
de la Banda de música de Campo de Mayo tomados al azar, sólo como
“escarmiento”?. ¿Que al ir sus familiares a implorarle clemencia a su casa; su
señora, Sara Herrera de Aramburu -católica practicante de contrito comulgar y
asperjada comunión dominical- desde el balcón les espetó: ¡Silencio! .
. el general duerme . . . y los hizo expulsar por la custodia
porque perturbaban la siesta del dictador?
Esa ignominiosa frase
en boca de la “Primera Dama” dio título a una canción que aludía al “reposo
del guerrero mientras los condenados caminan hacia el paredón”. La
Resistencia peronista la utilizó, junto a la marcha partidaria, como símbolo de
rebeldía por muchos años, desafiando al inconcebible decreto 4161/55 de la
dictadura que prohibía y castigaba la sola mención de Perón, a quien los
sátrapas saqueadores del poder estigmatizaban como ”el tirano depuesto”.
¿No sabía el ex vicepresidente radical que su admirado militar
“amante del diálogo pacífico” también fue compañero de ruta de los Toranzo
Montero, los Menéndez, los Poggi, los Onganía y otros golpistas de la misma
calaña, en los tragicómicos sucesos entre “Azules y Colorados”, vergonzosas
payasadas castrenses que pusieron en vilo al país en el ´62, sin contar los más
de 32 planteos -cuartelazos con tanques y soldados en las calles- que le
hicieron al presidente Frondizi, presionándolo de tal manera que le fue
imposible llevar adelante su proyecto de gobierno hasta derrocarlo, con lo que
el país perdió una vez más el tren de la historia? ¿Que proscribieron al
peronismo y le anularon elecciones ya ganadas? ¿Que también fue de la
partida con Onganía y otros “rebeldes” que depusieron al presidente
Illia, a quien antes, en 1964, entre otras imposiciones, obligaron a impedir el
retorno de Perón, deteniéndolo en Brasil?.
Estos crímenes y las muchísimas aberraciones cometidas, están minuciosamente
relatadas en el libro “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh, casualmente otro
desaparecido más en la larga lista del genocidio del último Proceso
militar que supimos padecer. Susana Valle, hija del general asesinado por su
“camarada” de armas junto a 26 inocentes más, fue testigo de estos hechos y da
permanente testimonio de ese horror.
Es de creer entonces que el ex
vicepresidente tendrá además en su mismo altar a Rojas, Onganía, Lanusse,
Videla, Massera, Seineldín y Rico, ¿o a este último no… por haber pretendido
“desordenarle la casa” en la Semana Santa de 1986?
¡Qué interesante sería
haberle preguntado en su momento al Dr. Raúl Alfonsín, qué opinión le merecían
“las convicciones republicanas” de su ex compañero de fórmula y de gobierno! .
. .
Mientras, los mártires siguen sin justicia… pero con un ajusticiado a
cuenta!!!-
Su título: “Aramburu, un patriota” y la sarta de conceptos laudatorios que le siguen, dejan pasmados de asombro a más de uno, sobre todo a aquella inmensa mayoría que conoció y padeció las “virtudes” del “patriota” recordado.
En su “exaltada apología”, el político -perteneciente desde siempre a la más rancia prosapia cordobesa- transcribe textualmente un editorial del año 1970 del diario “Los Principios” -ya desaparecido- del que era copropietario y director. Entre otras expresiones se destaca: “Sobrecogidos los espíritus de estupor, de indignación y de zozobra; eran seguidos todos los pasos tendientes a esclarecer el secuestro del ex presidente de facto. Sin embargo la noticia llegó en su cruda realidad, para sumirnos a todos, amigos, nativos y extranjeros, allegados o no al ex mandatario desaparecido, en la profunda congoja. El crimen segó una vida humana, sin sentido ni razón, pues al margen de la disparidad de ideas, o de discrepancias sobre la forma de actuación, la personalidad relevante del ex mandatario, sobresalía con virtudes propias, como un patriota y republicano auténtico, preocupado por la Argentina, y que afrontara con altura, la responsabilidad que le cupo en períodos amargos, aferrado permanentemente al camino del diálogo, la comprensión y el entendimiento pacífico”. Y finaliza: “Argentina está de luto: ha muerto un argentino, han caído principios y se ha retrocedido en los ámbitos del pensamiento, de la acción y de los métodos. Quiera Dios que la memoria de su destinatario, puede iluminarnos para encontrar la ruta que él quiso y que todos anhelamos. No se supo preservar una vida útil puesta al servicio del país”.
Más allá de la visceral aversión que toda violencia contra la vida de un ser humano debe generar, el desmedido panegírico a la personalidad del ajusticiado causa estupor, más aún viniendo de alguien que, gracias al estado de derecho que garantiza la democracia, con el único mérito de pertenecer a una casta social de apolillado “abolengo”, y a pesar de su supina ineptitud, llegó a la vicepresidencia del país -que, como es de público y notorio, no tiene mucho que agradecerle precisamente- y supo mamar de las mieles del poder, gracias a la expulsión del Terrorismo de Estado y a las libertades cívicas que con tantos muertos supimos conseguir.
¡Precisamente él, viene a ensalzar a quien fue el paradigma de la subversión militar, de la negación absoluta de todas y cada una de las garantías y los derechos humanos de los ciudadanos; de la represión sistemática e inhumana, que transformó aquello de “ni vencedores ni vencidos” de Lonardi, en la más feroz antinomia entre los argentinos, mediante feroz represión, proscripciones ilegales, confiscaciones, deportaciones y fusilamientos en masa de inocentes, e inauguró la era de asaltos al poder y a la constitución más sangrienta de nuestra historia, sólo superada después, por sus criminales camaradas del Proceso genocida!. ¡¿Ignora el ex vicepresidente de la democracia recuperada que su “patriota” -al que Perón calificó de “inepto para todo, menos para la perversidad”- fue, junto a sus pares de la armada, la cúpula de la Iglesia -y algunos correligionarios suyos- , artífice del horrendo bombardeo a Plaza de Mayo, aquella garuante mañana del 16 de Junio del ´55, donde se masacró a cientos de niños, mujeres y ancianos indefensos durante una manifestación de desagravio a la bandera nacional quemada por activistas de la Acción Católica?!"
¡¿En qué país vivía el ex vicepresidente cuando luego de la sangrienta usurpación del poder en Setiembre del ´55, el “republicano auténtico” -como lo llama- en medio de una tenebrosa purga militar, derroca al general Lonardi -que muere sospechosamente al poco tiempo- porque quería normalizar el país convocando a elecciones de inmediato, da comienzo a una despiadada cacería humana por medio de sus mercenarios Comandos Civiles entre otros, y promueve un revanchismo sin dimensión ni cuantía, hasta extremos jamás vistos en el país?!
¡¿Que Aramburu secuestró y traficó durante años en un itinerario macabro, el cadáver de Eva Perón?!. ¿Que hizo asesinar a un grupo de obreros y dirigentes peronistas en los basurales de José León Suárez, como lo documentó la película “La Hora de los Hornos”?. ¿Que fusiló al sí patriota general Valle -porque quería restaurar el orden legal- y a un grupo de músicos de la Banda de música de Campo de Mayo tomados al azar, sólo como “escarmiento”?. ¿Que al ir sus familiares a implorarle clemencia a su casa; su señora, Sara Herrera de Aramburu -católica practicante de contrito comulgar y asperjada comunión dominical- desde el balcón les espetó: ¡Silencio! . . el general duerme . . . y los hizo expulsar por la custodia porque perturbaban la siesta del dictador?
Esa ignominiosa frase en boca de la “Primera Dama” dio título a una canción que aludía al “reposo del guerrero mientras los condenados caminan hacia el paredón”. La Resistencia peronista la utilizó, junto a la marcha partidaria, como símbolo de rebeldía por muchos años, desafiando al inconcebible decreto 4161/55 de la dictadura que prohibía y castigaba la sola mención de Perón, a quien los sátrapas saqueadores del poder estigmatizaban como ”el tirano depuesto”.
¿No sabía el ex vicepresidente radical que su admirado militar “amante del diálogo pacífico” también fue compañero de ruta de los Toranzo Montero, los Menéndez, los Poggi, los Onganía y otros golpistas de la misma calaña, en los tragicómicos sucesos entre “Azules y Colorados”, vergonzosas payasadas castrenses que pusieron en vilo al país en el ´62, sin contar los más de 32 planteos -cuartelazos con tanques y soldados en las calles- que le hicieron al presidente Frondizi, presionándolo de tal manera que le fue imposible llevar adelante su proyecto de gobierno hasta derrocarlo, con lo que el país perdió una vez más el tren de la historia? ¿Que proscribieron al peronismo y le anularon elecciones ya ganadas? ¿Que también fue de la partida con Onganía y otros “rebeldes” que depusieron al presidente Illia, a quien antes, en 1964, entre otras imposiciones, obligaron a impedir el retorno de Perón, deteniéndolo en Brasil?.
Estos crímenes y las muchísimas aberraciones cometidas, están minuciosamente relatadas en el libro “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh, casualmente otro desaparecido más en la larga lista del genocidio del último Proceso militar que supimos padecer. Susana Valle, hija del general asesinado por su “camarada” de armas junto a 26 inocentes más, fue testigo de estos hechos y da permanente testimonio de ese horror.
Es de creer entonces que el ex vicepresidente tendrá además en su mismo altar a Rojas, Onganía, Lanusse, Videla, Massera, Seineldín y Rico, ¿o a este último no… por haber pretendido “desordenarle la casa” en la Semana Santa de 1986?
¡Qué interesante sería haberle preguntado en su momento al Dr. Raúl Alfonsín, qué opinión le merecían “las convicciones republicanas” de su ex compañero de fórmula y de gobierno! . . .
Mientras, los mártires siguen sin justicia… pero con un ajusticiado a cuenta!!!-