Casi como en un doble discurso una derecha recalcitrante se resistía a los derechos de diversidad sexual, de género, derechos en reproducción, derechos y obligaciones en asistencia y responsabilidad del estado sobre la ciudadanía despojada; se oponía a ese cambio, al cambio progresista, al cambio del código civil, al cambio de identidad, a la revisión de la historia y a las reivindicaciones. Una derecha que se resiste a reconocer como legítimos los procesos de formación de pensamientos alternativos (cosas que siempre le produjo miedo al mercado, a la iglesia y al capitalismo y que por ende genera sensación de inseguridad a este sector dogmático). Una derecha (y otros ambidextros encantados) que luego sí votaron un cambio, pero ése que implicaba reponer lo que el "poder popular" les quitó: Les quitó un mísero porcentaje de ganancias, les quitó la maña de hacer negocios oscuros fuera de la ley, les quitó la posibilidad de seguir siendo "invisibles" para la AFIP, les quitó la posibilidad de tener empleados en negro y otras cosas que sólo refieren a un libertinaje empresarial que acostumbra a moverse sin ningún tipo de control comercial, mañas, viveza criolla, que siempre afectó a toda la ciudadanía... Votar este cambio les permitiría volver a estatizar sus deudas, pedir otras, manipular sus contratos e inventar otros, acomodar su firma en el mercado o su simple y vago negocio de importación/exportación ajustando los valores a sus intereses, intereses que no contempla a los humildes emprendimientos de los "otros", esos "otros" que no son pícaros para los negocios, esos "otros" que están donde están por su culpa o por destino y no porque el sistema cínico los situó ahí; y que en una perorata casi religiosa piden por los pobres, los indefensos, por la seguridad y la hermandad... en esa mecánica de pensamiento hipócrita que caracteriza a la cultura de los Ricos, de los Nobles, los grandes Herederos...
Lamentable y merecedor de gran estudio ese fenómeno que ocurre cuando este sector de ricachones logra convencer a todos los "otros" de que la vida es así y de que la normalidad de esa sectorización social, económica y cultural es por vocación divina, esfuerzo, orden, destino, fe, constancia y por derechos Reales y aspiraciones de Realeza...
Y si sólo te importa un cambio
netamente económico, también tendrás que saber que para que a vos y a mí nos
vaya bien dentro del sector clase media baja, es sumamente necesario que haya
un cambio cultural en las políticas empresariales, consumistas, productivas,
sociales... Sobre todo y por sobre todo políticas sociales, grandes y
definitivas políticas sociales que de una vez por todas reafirmen intereses
solidarios, justos, de igualdad de identidad y soberanía nacional. Todo en un
marco desarrollista y ostentoso como también nos gusta. Ignacio N. Colasanti