miércoles, 23 de marzo de 2011

Cómo asesinar los ideales . . .Por Delsio Evar Gamboa

24 de Marzo de 2011, se cumplen 35 años del inicio de una tragedia nacional que había comenzado ya, un tiempo antes . . .

 

La Alianza Anticomunista Argentina (AAA), tristemente conocida como Triple A, fue un grupo terrorista de ultraderecha, creado para silenciar a la oposición en la Republica Argentina, donde llevó a cabo numerosos asesinatos contra políticos de izquierda y del propio movimiento peronista durante la década de 1970. Aunque su liderazgo era encubierto en ese momento, se sabía que estaba bajo la dirección de José López Rega, secretario personal y ministro de Juan Domingo Perón. Este personaje siniestro y el entonces comisario general de la Policía Federal Argentina, Alberto Villar, organizaron la Triple A durante el gobierno interino de Raúl Lastiri, yerno de López Rega en 1973, mientras éste estaba al frente del Ministerio de Bienestar Social, cuyos fondos eran desviados para financiar y organizar su accionar criminal. Seguiría en ese cargo durante el gobierno de Perón y, a la muerte de éste, en el de su mujer, Isabel Martínez, mujer inepta e insignificante, sobre la cual ejercía una enfermiza influencia basada en una compartida devoción por las ciencias ocultas y el espiritismo, por lo que además de “El Brujo” también se lo conocía como el “Rasputín” argentino.
            Esta organización mafiosa hace su presentación en sociedad, y allí tiene su “bautismo de fuego” al regreso de Perón el 20 de Junio de 1973 en lo que se dio en llamar “La Masacre de Ezeiza”. Si bien en esa oportunidad, no estaba conformada como lo que fue después, es decir un “Grupo de Tareas” específico, sino que para esa ocasión era un rejuntado de asesinos de muy diversa procedencia: policías, militares, mercenarios y muchos integrantes de la llamada “Juventud sindical Peronista” de línea ortodoxa, todos bajo la conducción del tristemente célebre Coronel Osinde, quien fue el que diagramó todos los detalles del ataque a la Juventud Peronista en aquella multitudinaria concentración jamás vista antes. Esa masacre tenía por objeto marcar muy bien las diferencias entre la derecha peronista y la izquierdista J P que, con sus exigencias y movilizaciones populares, ponía freno a los sectores más reaccionarios del Justicialismo, y que, a tenor de lo que después ocurrió, no estaba equivocada precisamente. Aquella juventud, había sido la artífice de la lucha contra la dictadura de Lanusse, movilizando el país con manifestaciones multitudinarias. Tanta fue la presión ejercida contra ese dictador, que lo obligaría a levantar la proscripción del Peronismo y otorgar elecciones generales para el retorno a la Democracia. No fue la vieja dirigencia política la que lo consiguió.
            A partir de esa masacre, la brecha entre estos dos sectores diametralmente opuestos dentro del movimiento peronista, marca el inicio de un permanente enfrentamiento.
El primer atentado registrado de la Triple A, ya organizada como una compacta fuerza parapolicial, paramilitar y parasindical, dedicada a asesinar a todo opositor de tendencia izquierdista, tuvo lugar el 21 de noviembre de 1973, cuando colocó una bomba en el automóvil del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. El artefacto explotó y mutiló al senador, pero no logró matarlo; dos años más tarde repetirían infructuosamente el intento.
Durante los dos años siguientes, la Triple A llevó a cabo múltiples atentados, incluyendo algunos contra figuras gubernamentales, judiciales y policiales consideradas permisivas o afines a los opositores; la lista incluye a Silvio Frondizi, hermano del ex-presidente Arturo, al diputado y abogado peronista Luis Ortega Peña, al ex subjefe de la Policía Julio Troxler, al defensor de presos políticos Alfredo Curutchet, al ex vicegobernador cordobés Atilio López, al sacerdote Carlos Mugica y una larga lista más. La CONADEP ha probado la intervención de la Triple A en 19 homicidios en 1973, 50 en 1974 y 359 en 1975; se sospecha además de su participación en centenares de otros. Sus continuas amenazas de muerte llevaron al exilio a centenares de personas, incluyendo científicos como Manuel Sadosky, artistas como Héctor Alterio, Mercedes Sosa, Horacio Guarany y políticos como José Ber Gelbard, el ex presidente Cámpora, el ex Gobernador de Córdoba Obregón Cano y muchos más..
Este accionar criminal se puede decir que prácticamente se circunscribió a las ciudades de Buenos Aires y su conurbano, Córdoba y La Plata Si bien el asesinato de la abogada Stella Urquía, -quien fuera compañera mía en la escuela primaria en Ordóñez- por ser defensora de presos políticos en la ciudad de Santa Fe, fue cometido allí por la Triple A.
De acuerdo a las investigaciones más citadas al respecto[], sólo entre los meses de julio, agosto y septiembre de 1974 la Triple A habría realizado 220 atentados, de los que resultarían 60 víctimas mortales y 44 heridas de gravedad, además de 20 secuestros. La estimación global se coloca en el orden de los 2.000 asesinatos. Todos se encuadran como Crímenes de Lesa Humanidad, es decir, son imprescriptibles, inamnistiables e inindultables. []
Vale la pena recordar que el general subversivo Jorge Rafael Videla, -luego genocida- que derrocaría a Isabel Perón poco después de la caída en desgracia y exilio de López Rega, era un ferviente simpatizante de aquella organización nazifascista, -al igual que Mariano Grondona, vocero de los golpistas- consecuente con ello, no bien usurpado el gobierno, y dándose el tiempo necesario para no entorpecer su confesión y comunión diaria, el dictador dio inmediato comienzo -junto a Massera, Agosti y cía- a lo que luego se conocería como el Terrorismo de Estado más criminal en la historia de nuestra patria.
Llegada que fue la Democracia en 1983, un pacto entre “gallos y medianoche” entre Alfonsín y la cúpula Justicialista de entonces, acuerdan no remover el pasado institucional y sólo investigar los crímenes cometidos del 24 de Marzo de 1976 para acá . . . con lo que todos los criminales de la Triple A, que además terminaron engrosando después las hordas asesinas de la Dictadura genocida,  gracias a las leyes de Punto final y Obediencia debida de Alfonsín-Rico y luego los indultos de Menem . . . quedaron absolutamente impunes, y paseaban muy orondos entre nosotros, del brazo y por la calle . . .  
No obstante, ahora, la justicia ha empezado a investigar aquellas matanzas en el marco de la Verdad Histórica. En su momento se extraditó al asesino Almirón y se imputó a la ex Presidente Isabel Perón pidiendo a España su extradición que no se concretó. Esto inquietó a algunos sectores reaccionarios de la ortodoxia sindical, y hace un tiempo Bs. As. amaneció empapelada con carteles de la UOM que decían “No jodan con Perón”.
Este hecho -el de tocar a los que están en el bronce- es análogo -aunque en mucho menor medida- a lo que ocurre con el Genocidio Armenio. Turquía, pese a la presión internacional, se niega sistemáticamente a reconocerse como responsable de aquella atrocidad -un millón y medio de víctimas- porque ello perjudicaría la imagen de su héroe nacional Kemal Attaturk, padre de la Turquía moderna, y ejecutor de aquel genocidio.
Y genocidio fue precisamente el colofón de lo que inició la Triple A . . .
¿Para eso tantos jóvenes idealistas dieron la vida y tantos otros fueron secuestrados y torturados -con la parte que me toca- porque luchaban para el retorno del líder que iniciaría un verdadero cambio en aras de la justicia social y el bienestar de todos los argentinos? Como dice el tango: Dan ganas de balearse en un rincón . . .

 Delsio Evar Gamboa
Laborde. Cba. Arg.

 

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