El diablo anda suelto. Aunque sus métodos evolucionan, el viejo Satanás regresa cada tanto con su malón diablero para meter su espíritu maligno en el cuerpo de ciertas y determinadas personas
“Los buitres y los caranchos no están solamente afuera -exclamó la Presidenta -también hay desafortunadamente adentro, y
muchas veces se lanzan sobre el Estado”. Sólo le faltó -de haber sabido- referirse a las andanzas de algunos
lucifernianos, que de haberlos, haylos . . .
Por eso se supone que esta explícita frase no estaría
destinada al documentazo de los demonizados obispos católicos, -aunque les
cabe- quienes, excretando azufre y anticipándose a la Navidad, aportaron, solícitos, su granito de arena para el Grupo Clarín. Con un texto de neto corte
reaccionario, la Conferencia Episcopal Argentina que dirige José María Toté
Arancedo, que pertenece a la más rancia oligarquía ganadera del país, con
sibilina mala fe, nos advierte que se está “gestando
el retorno de bandos irreconciliables” y
que, después de 30 años de democracia, corremos “el peligro de dividirnos
nuevamente”. Tranqui
reverendos, por si no se han dado cuenta, vivimos en pleno estado democrático y
ese “peligro” no es más que el ejercicio
pleno de la libertad. Ya sabemos que Uds añoran la pax romana militar. Y la
temida “división”, no es más que el
fantasma que agitan los sectores que temen perder un poquitito de sus eternos
privilegios. Estos pseudos emisarios de la palabra divina, devenidos en modernos
satanases, se muestran preocupados por
la pobreza pero jamás emiten crítica alguna hacia los que la generan. Nunca cuestionan la avaricia del poder
económico en las sombras. Al contrario, siempre se han revelado en una
indisoluble alianza de clase con estos. Por eso denuncian, en su malicioso
documento, el “excesivo
caudillismo” y “las presiones a la libre
expresión” . Con lo que no hacen más que santificar los titulares de los medios
hegemónicos.
Atemorizados por la militancia juvenil, la cúpula
eclesiástica considera que se “debe
excluir la politización prematura y partidista de los jóvenes en los colegios”.
Ninguna edad es precoz para comenzar
a entender que se está inmerso en un medio social democrático y mientras antes
se lo conozca más fácil será su inclusión en el mismo. No es expurgando la
política que la van a enviar al infierno. No
obstante, la instrucción religiosa tiene su propio adoctrinamiento ideológico
partidario desde la niñez con el formato de inocentes historias sagradas. Nadie se espanta por eso. El blanco de
su críticas lo constituye, también, el matrimonio igualitario y la discusión
sobre el aborto. No tienen autoridad alguna para discriminar y descalificar a
nadie por su derecho inalienable a vivir su sexualidad como mejor la siente.
Tampoco a negarle a la mujer su derecho a decidir lo que hace con su cuerpo,
porque ello corresponde exclusivamente a las acciones de índole privado de todo
ser humano.
Los “voceros”
de Dios, -habría que exigirles que muestren la autorización divina-
manifiestan estar “heridos y
agobiados” porque “nos encontramos sumidos en una profunda crisis moral, que revela que la
fe no impregna plenamente nuestro estilo de vida. Lo manifestamos en la oración
que rezamos por la patria”. Es el
clásico cinismo de hábiles argüidores que intentan presentar un cuadro de
situación caótico. Tendrían que empezar por casa. Si alguien
quiere interpretar estas palabras como una autocrítica de los popes católicos,
le está errando al tarro. Para ellos, la complicidad con la dictadura y
los depravados casos de pedofilia de sus pastores, no rozan la impoluta moral
de su institución.
La corporación religiosa realizó una lectura
tendenciosa sobre la realidad del país, la que ha “repasado con profunda
preocupación”. Sin embargo,
nada ha dicho sobre los avances que se han logrado en materia política,
económica y social. El sospechoso
adelanto de sus anuncios de Navidad, le hizo perder el acceso a los
datos del Banco Mundial que destaca un crecimiento del 100% de la clase media
argentina -Sí, la cacerolera- debido a las políticas de desarrollo económico y
de inclusión social, liderando holgadamente el incremento de ese sector en toda
Sud América, también, el informe de
la CEPAL -dependiente de las Naciones Unidas- donde afirma que Argentina se encuentra entre los cinco países
latinoamericanos que más ha reducido la pobreza en 2010 y 2011, con un descenso del 8,6 al 5,7%. Y por supuesto, ignoran el
estudio realizado por la revista inglesa The Economist, que nos ubica entre los mejores países para
vivir. Aunque aspiran “a ser una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad y el compromiso con el bien común”, no tienen reparos en apropiarse de
las falsedades que circulan desde los medios y en defender a los poderosos que han especulado con nuestras peores
desgracias que casualmente, no les producen ninguna “preocupación”. La verdad que hay que esforzarse para ser más papista
que Ratzinger.
Nada nuevo bajo el sol. Pero los burócratas de solio y
casulla salen con el tridente bajo la sotana, babeándose con esa palabreja
multiuso y de hipócrita connotación que tanto degustan: “Reconciliación”, que en boca de ellos, no es otra cosa más que la impunidad para los
crímenes cometidos por los militares a instancias de los intereses de muchos
civiles, incluidos los de ellos mismos. Como siempre, explotan la “sagrada
santidad” de su palabra para
condicionar la vida política del país, porque su autoridad, -afirman- radica en el 90% de
aceptación de la sociedad.
Nada más lejos de la realidad si se tiene en cuenta el bajísimo rating que tienen las raleadas misas
semanales y dominicales. No son guardianes pretorianos de nadie y nadie
los ha investido de tal prerrogativa. Ni son los más indicados para imponer su
dogmatismo medieval.
Según la primera Encuesta Nacional sobre Creencias y
Actitudes religiosas del Conicet, el 60% de la población dice ser católica a su
manera lo que significa: “Yo creo, pero a
la Iglesia no voy nunca”. Una cosa es la fe, que es algo personal y
no se discute y otra la religión, que implica consecuencia con la práctica de
sus ritos, además de un fuerte compromiso con la ética, la tolerancia y la
solidaridad, virtudes que no brillan precisamente. Entonces, aquéllos que
afirman ser católicos pero que a Dios le rezan a su modo, están sosteniendo una
grave contradicción. Más aún, le están concediendo poder a la
institución que dicen rechazar. Pero su pertenencia está atada en los
registros burocráticos que la Iglesia conserva en sus archivos. Todos los bautizados en la cuna -mandato cultural, más social que
religioso- están rigurosamente fichados allí desde que nacen. Un simple
trámite bastaría para que ese 90% se redujera considerablemente. En ese sentido, la excomunión y la condición de hereje ya no asusta a los
muchos que han emprendido el liberador camino de la apostasía.
La Iglesia Católica no es sagrada ni divina, sino
eminentemente política. Lo demuestra cada vez que emite un “documento” y con su
grosera concupiscencia a través de los tiempos. Siempre ha estado con el poder
de turno, o con el de turno en el poder. Si
autoritario, mejor.
Ahora
bien, en los cacerolazos pasados, muchos enardecidos manifestantes expresaban
sus desaforados epítetos contra la Asignación Universal por Hijo y los planes
sociales cuyos destinatarios son considerados negros y vagos y no víctimas de un modelo económico
que los ha excluido durante años. Ninguno tuvo en cuenta que un obispo cobra el
equivalente a 88 Asignaciones. Hagan
números. Que el Estado destine fondos para la Iglesia Católica es un
anacronismo que deberá corregir. Más aún con una feligresía cada vez más escasa.
Que ateos, judíos y practicantes de otras religiones contribuyan al sostén del
catolicismo es una flagrante injusticia. Por eso, es necesario un Estado laico
sin tutela de la Iglesia católica, y mucho menos de su socia, la extrema
derecha, feudataria siempre de lo antinacional.
El Secretariado de curas en la Opción por los Pobres,
que recoge el legado cristiano de los Mugicas, los Angelelis, Los Novaks, los
De Nevares y tantos otros, a quienes esta jerarquía no sólo denunció, sino que
también les tendió celadas que a varios les costó la vida, difundió un
documento de respuesta a los obispos en el que señala que “lo menos que podemos decir es que nosotros, los que estamos en los
barrios entre la gente, con los pies en el barro, tenemos una mirada muy
distinta de la que expresa el documento episcopal”.
Con respecto al adelanto de su publicación, que siempre fue un saludo navideño, estos Curas consideran que fue “contra el 7 de Diciembre”, fecha que la Corte Suprema fijó para el fin de las “cautelares eternas” que frenan la aplicación de la ley de medios a la que el Grupo Clarín se resiste cumplir. Además, recuerdan que “cuando en la crisis desatada por el modelo genocida neoliberal en el 2001 y los obispos empezaron con la llamada Mesa del Diálogo, expresamos nuestro desacuerdo sobre el modo de emprenderlo porque no entendemos como diálogo sentar a la misma mesa en un nivel de igualdad a víctimas y victimarios”. Y reiteran que “hoy seguimos diciendo lo mismo: celebramos el diálogo, pero desde el lugar de las víctimas, y sólo si sirve para derribar de su trono a los poderosos y elevar a los humildes, como canta en la Biblia la Virgen María. De otro modo, hablar de diálogo parece más una burla a las víctimas”, subrayan. Recuerdan también que los obispos aluden a la Oración por la Patria, “una oración donde no aparece la palabra justicia”.
Con respecto al adelanto de su publicación, que siempre fue un saludo navideño, estos Curas consideran que fue “contra el 7 de Diciembre”, fecha que la Corte Suprema fijó para el fin de las “cautelares eternas” que frenan la aplicación de la ley de medios a la que el Grupo Clarín se resiste cumplir. Además, recuerdan que “cuando en la crisis desatada por el modelo genocida neoliberal en el 2001 y los obispos empezaron con la llamada Mesa del Diálogo, expresamos nuestro desacuerdo sobre el modo de emprenderlo porque no entendemos como diálogo sentar a la misma mesa en un nivel de igualdad a víctimas y victimarios”. Y reiteran que “hoy seguimos diciendo lo mismo: celebramos el diálogo, pero desde el lugar de las víctimas, y sólo si sirve para derribar de su trono a los poderosos y elevar a los humildes, como canta en la Biblia la Virgen María. De otro modo, hablar de diálogo parece más una burla a las víctimas”, subrayan. Recuerdan también que los obispos aluden a la Oración por la Patria, “una oración donde no aparece la palabra justicia”.
Los Curas de los pobres aseguran que “en este tiempo tremendo y fascinante es que
nos toca anunciar Buenas Noticias a los pobres, quedamos indisimuladamente de
su lado, y no pareciendo hablar desde el escritorio de los poderosos o del
mandamás de algún multimedio monopólico”. Clarito, “eminencias
reverendísimas”. . .
Y ya que estamos: ¿Para cuándo el pedido de perdón por
su complicidad manifiesta con el Terrorismo de Estado? ¿No son tan criminales
los que secuestraron, torturaron y exterminaron a miles de seres humanos
arrojándolos vivos al mar desde los aviones, como los que, sabiéndolo,
bendijeron sus armas asesinas? . . . ¿Eso no amerita un documento???
Mientras, nosotros los de a pie, meditando sobre los
sinsabores de esta vida terrena y las incertidumbres humanas comparadas con lo
seguro que debe ser la eternidad . . . por ahora, y estando bajo la advocación
del beatífico pastoreo de estos píos purpurados que nos alejan de todo mal,
deberemos apartarnos de las bajas tentaciones y mantenernos -como ellos- puros
y castos . . . per aeternitatis aeternitatem.
Laborde.
Cba. Arg.
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