¿Qué país les dejaremos a nuestros hijos,
o qué hijos le dejaremos a nuestro país?
Aunque el calendario electoral
indique que falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales, algunos
candidatos con excesivas apetencias, saltando por no pisar las de medio término
del año que viene, ya están operando y haciéndose los rulos para acceder al
podio de los nominados. Afiches de “Scioli 2015”, De la Sota, con su look quincho
nevado, se gasta 15 millones de pesos cada fin de semana en publicitarse a
nivel nacional. Macri, con el mismo berretín se reúne con dirigentes con menos
peso que un collar de plumas. El “Mingo” Cavallo también está haciendo dedo. La
ambición los junta y la derecha los entrevera para amaridarlos en obsceno
contubernio. ¿Qué puede salir de esa promiscuidad? . . . ¡Un turco!.
Y los medios, obnubilados en su
realismo mágico, con la “objetividad” que los caracteriza, ya están poniendo el
grito en el cielo ante los rumores echados a rodar sobre una potencial reforma
constitucional que le aseguraría a Cristina Kirchner, -juran- continuar en la
presidencia “de aquí a la eternidad”. . . Claro, no dicen que para eso primero
hay que votarla. Y si está haciendo las cosas tan mal . . . ¿quién la va a
votar?
Por si poco fuera, los popes del
partido radical, enarbolando sus remanidos eslogans sobre la institucionalidad,
la legalidad, la libertad, la forma, el fondo, los modos, los medios, los
principios y los fines, se ponen al borde del suicidio colectivo ante tal
eventualidad, olvidándose, . . . ¡Oh alzehimer político que gozas de tan
robusta salud! que pocos años ha, su Eduardo “Pocho” Angeloz -bien apodado aloe
vera-, ostentando la suma absoluta del poder público -Legislatura, Justicia y
Prensa oral, escrita y televisiva-, en su “Isla de la Fantasía”, donde la
indecencia copulaba con la moral, pasándose por su derechoso trasero aquellas
minucias, corrompiendo a venales dirigentes del Justicialismo cordobés
-Bercovich Rodríguez, Leonor Alarcia y otros que el tiempo los tiene de las
orejas mientras el olvido les pone el freno-, para modificar la Const. provincial, logró su
ilegal Tercer Mandato consecutivo. Y el centenario y decano partido? . . .
¡Bien, Gracias! Otra perlita: cuando
el probo juez Johnson -que no integraba la “familia” judicial- investigaba el
asesinato del senador radical Regino Maders -aún impune- relacionado con la
corrupción de EPEC y detuvo a toda la cúpula de la Empresa. El “Pocho”, como buen
dictador, en el acto fue a la cárcel a visitar y a darle su apoyo a su gente,
en un clarísimo mensaje mafioso para el juez. Fueron liberados y la causa se
archivó. Nada que ver con “su” Justicia que nunca le encontró méritos para
juzgarlo por asociación ilícita y enriquecimiento ilícito y lo dejó libre de
culpa y cargo. Eso sí, la implacable condena social lo envió a la papelera y lo
suprimió definitivamente. Pero . . .
¡quién le quita lo bailado! . . .
Hecha la digresión, vuelvo al
tema que nos ocupa: en Europa -tan
admirada y tomada como ejemplo por nuestros “puristas” de cabotaje-, los
Mandatarios, Jefes de Gobierno o Primeros Ministros son reelegidos todas las
veces que los ciudadanos lo deciden. Nadie se rasga las vestiduras por eso.
Pero en esta cuestión, nuestros medios de comunicación corporativos y muchos
políticos enfermos de mediatismo, vasallos
y bufones del reino mediático, se atemorizan por las dudas ante la simple
mención de una reforma de la
Carta Magna. Con actitud mentecata nos previenen sobre las caóticas
consecuencias de dar un paso en ese sentido: las siete plagas de Egipto
arrasarán con todos aquellos heresiarcas que osaran tan sólo imaginar esa
posibilidad.
No es que este ignoto pregonero
de la realidad a fuerza de elongar conceptos, piense que haya que cambiar de constitución
como de calzoncillos, pero se necesita actualizarla de manera que su corpus
normativo esté acorde a los tiempos que transcurre nuestra realidad. Que
establezca la imposibilidad de volver a la tenebrosa noche del pasado reciente.
Que no permita que el país se entregue envuelto como para regalo. Que instituya
un compromiso concreto entre los representantes y los representados, pero con
todos, no sólo con algunos. Con una drástica reforma que grave los negocios
especulativos de la timba financiera. Con una reconversión en la base
contributiva, para que paguen más los que más ganan y severos castigos para los
evasores. En resumen, acabar con ese largo rosario de iniquidades que se dieron
a través del tiempo en maquiavélica sincronía.
En América Latina, el liderazgo ordena al campo social. Y es
sobre su organización que se construyen las victorias populares. Pero la
arcaica Ley Fundamental pergeñada en Argentina por los liberales de 1853 y
perfeccionada por los neoliberales de 1994, impide la reelección presidencial
cuando detrás de ello está el mayoritario reclamo popular. Se trata de
recuperar muchas de las disposiciones insertas en la Constitución de 1949,
abolida por un bando militar.
Una nueva Ley Capital debe cristalizar en términos jurídicos
la multitudinaria participación ciudadana que desde el 2003 se viene
dando en nuestra patria. Y por
sobre todo, hay que abrir este debate al conjunto de la sociedad como
corresponde y al caso conviene.
Los avances en la arquitectura social deben ser reconocidos
en un nuevo Corpus Legal. Se debe financiar a los organismos de Derechos
Humanos y no a un culto religioso que tiene que estar separado del Estado como
en la mayoría de los países. Los crímenes policiales de “gatillo fácil”, siendo
responsabilidad estatal deben considerarse Delitos de Lesa Humanidad. La
cantidad de muertes de mujeres
humildes que se cobran los abortos clandestinos exige protección comenzando por su
despenalización -la
Constitución considera vida desde el momento de la concepción, postulado
religioso, no científico-. La
violencia de género tiene que ser una prioridad en el nuevo marco
constitucional.
Cuando el Estado está ausente, el suelo es del mercado Se
debe recuperar el concepto de función social de la tierra. Incluir en ese
tratado la potestad legal sobre los recursos naturales, no sólo energéticos
sino también
el oro, el cobre, el litio etc. etc. del subsuelo argentino. Avanzar sobre los flujos
financieros, recuperar la facultad estatal de manejar el crédito, el comercio
exterior, los tipos de cambio diferenciados, los impuestos a la tierra
improductiva y los límites al latifundio. Proteger y asistir al pequeño
campesinado. Los delitos económicos -evasión tributaria, lavado de dinero-
deben tener dimensión penal. Los trabajadores tienen que participar de las
ganancias de las empresas. El Estado debe emitir su propia moneda.
Hay
que romper la corporación judicial, el menos democrático de los tres poderes.
Una verdadera democracia no es compatible con prácticas jurídicas corporativas
que sobrevuelan siempre sobre un piélago de latentes complicidades con los
poderes fácticos. También, incorporar el concepto de Nación Sudamericana a la Constitución.
En ese marco, el Gobierno
rescindió convenios tributarios, tratados, acuerdos y contratos que tenía con
otros países que eran leoninos para los intereses de Argentina. El Grupo
Techint, Petrobras, Nextel, Acindar, Quilmes y Monsanto son algunos de los
monstruos que explotaron esas franquicias y fueron detectados por la AFIP. La tabacalera
Massalin Particulares, Molinos Río de la Plata, el Grupo Pérez Companc, directivos y
accionistas de Aluar, Banco Patagonia, Banco Macro, Arcor y las principales
mineras y cerealeras del país también aprovechaban la bolada para evadir con
total impudicia. Mudanza de empresas, triangulación de exportaciones, compra de
bonos, contado con líquid y muchas otras argucias para no contribuir con el
país del que extraen enormes dividendos.
A su vez, la especulación
financiera creció desmesuradamente.“La
han levantado con pala”, expresó la Presidenta. El
índice Merval subió un 254 por ciento durante este gobierno, las firmas que
cotizan en la Bolsa
porteña han obtenido los dividendos que no tuvieron en toda su existencia. Y a
pesar de esto, se quejan de este Estado regulador que no les da “seguridad
jurídica” y que no les permite rentabilidad. ¡Vaya qué desfachatez! . . . luego, se llevan afuera esas fabulosas ganancias.
Las industrias alimenticias formadoras de
precios,
sin hacer costo alguno, hacen uso y abuso de la especulación condenando a los
consumidores a padecer la perversa inflación que con grosera iniquidad generan.
No es una guerra, pero muchas batallas quedan aún por
librarse. Todavía subsiste una injusta matriz distributiva heredada de
la dictadura y de los nefastos ‘90 que es necesario revertir. De ahí esta puja
por consolidar un modelo que nos incluya a todos sin exclusiones.
Lo aconsejable sería profundizar
el trasvasamiento generacional para que surja una nueva figura y dejar a
Cristina como garante del Proyecto Nacional.
Pero es imperiosa la necesidad de una Constitución
Emancipadora. Si no cambiamos las reglas de juego de las corporaciones, éstas
se impondrán con el refinado salvajismo revanchista de la derecha ultraliberal.
Ya nos hemos requemado con esa leche . . . y no es culpa de las vacas
precisamente.
Laborde. Cba. Arg.
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