Qué no publicarían si tuvieran la “libertad” que dicen
restringida ...
Opinión
Ver la tapa de la revista Noticias de la Editorial Perfil
de Jorge Fontevecchia, dedicada a la Presidenta, revela hasta qué extremos de bajeza
humana han caído algunos reputados adalides del “periodismo independiente”, al
trasponer con absoluta impudicia el último límite que faltaba hacia la
explícita pornografía periodística.
Después de esta demostración de grosera obscenidad, ya no les queda más espacio
para la degradación. A las ya
ininterrumpidas e ignominiosas operaciones de prensa, se agrega esta imagen caricaturizada con una burda
connotación sexual de un sugerido “auto goce” de Cristina, que expone
sin tapujos el grado de irrespetuosidad al que un periodismo degradado puede
llegar. Esa obsesión enfermiza por demonizar a la Presidenta que padece
Fontevecchia, sería el banquete de un batallón de psiquíatras y demuestra el
tamaño de su odio y el grado de perversión al que ha descendido.
Y son precisamente estos
abanderados de ese periodismo morboso, los que acusan permanentemente al
gobierno de coartar la “libertad de prensa”. Si “coartados” pueden
publicar semejante inmoralidad, y encima, vanagloriarse de ello en los medios.
¿Qué no publicarían si tuvieran la “libertad” que dicen restringida?
Esa publicación machista y
misógina, -que deberían
repudiar aquellas congéneres que festejan semejante ultraje- viola los artículos 5 y 6 de la ley 26.485 de protección a la mujer,
que trata la violencia simbólica y
mediática, y la tipifica como delitos de injuria, difamación, discriminación,
deshonra y humillación a la dignidad de las mujeres, con el objeto de menospreciar desde una mirada inquisidora, la
feminidad de cualquier mujer como estereotipo de lo pecaminoso y lo
pornográfico.
En ese contexto, en el que numerosos
medios han posibilitado visibilizar y dimensionar la violencia de género como
una problemática social, esta tapa tiene la “virtud” de promover esa violencia cavernaria.
Cristina no es María Julia Alsogaray precisamente, que paseaba su desnudez y su ostentación por las revistas tipo Play Boy. Todo lo contrario, a pesar de las presiones que recibe, siempre se ha negado a prestarse a la frivolidad de los medios de la farándula. Por eso, la prensa del escándalo, lo que no ve, lo inventa.
Cristina no es María Julia Alsogaray precisamente, que paseaba su desnudez y su ostentación por las revistas tipo Play Boy. Todo lo contrario, a pesar de las presiones que recibe, siempre se ha negado a prestarse a la frivolidad de los medios de la farándula. Por eso, la prensa del escándalo, lo que no ve, lo inventa.
Este hecho de inusitada gravedad por el atropello a la
autoridad gubernamental, es algo que jamás había ocurrido en la historia del
país. Su repudiable autor lo hace
con la sola intención de provocar una sanción, para así victimizarse y tener la
excusa de que se ataca a la libertad de prensa. Lo han intentado en innumeras oportunidades, pero nunca habían
llegado a semejante extremo. ¿Qué más cabe esperar de estos mercenarios de los
medios?
Pero Cristina no le dará con el gusto. A pesar de tener la facultad de demandarlo
por atentado a su dignidad, tal como es su forma de actuar, no lo hará, para
dejar bien en claro que existe la más absoluta libertad, incluso para infamar
la figura presidencial, y sobre todo, dejar en claro de qué lado está la
tolerancia, la ética y la altura moral,
y de cual otro, el libertinaje más abyecto.
Y pensar que Mauricio Macri por una teatralización
escolar, echó a seis docentes . . .
Aunque es seguro que ese gesto de Estadista caerá en
saco roto. Sería como tirarle margaritas a los chanchos.
La
perversa especulación de que Cristina
accede al goce al momento de pronunciar un discurso colmaría su palabra de una
sexualidad enfermiza. Es decir, no hay
contenido ni trascendencia en sus intervenciones porque sólo satisfacen a su
propio erotismo.
El sentido común más elemental, repudia esa
intencionalidad que no es sobre un hecho real sino de pura ficción, con una
retorcida intencionalidad degradante.
Desde el inicio de su gestión hasta la portada de este
pasquín infecto, existe la obsesión de mancillar de cualquier forma a la Primera Mandataria.
Y lograrlo, enloquece a las filas oposicionistas a ultranza. Operaciones de prensa, sofismas, mentiras, calumnias, y
tergiversaciones sin solución de continuidad, son los misiles de estos
francotiradores a cebita.
La semana había comenzado con el “escándalo” de la Cadena Nacional. Cristina osó
interrumpir los programas más vistos por los teleaudiencia que se aprestaba a
disfrutar de las superficialidades más variadas. Clarín reveló que La Presidenta había usurpado en lo que va del año: 14 horas, 17 minutos y 23 segundos. Pero ocultó que en ese
lapso transcurrieron 5900 horas. Tanta crispación por ese insignificante
porcentaje mueve a risa. No
obstante, maestros en el arte de
revolear la media con su excrementicio contenido, machacaron las 24 hs.
con esa chicana, hasta que lograron que un centenar de caceroludos sacaran las
de teflón y fueran a hacer un poco de
barullo.
Pero lo que realmente los
saca de quicio es que Cristina ostente lo que ellos no tienen: oratoria,
argumentos, propuestas, resultados
concretos y el sentido de la
proporción y la medida.
Por eso quieren a Macri, porque no sabe hilvanar dos
frases seguidas sin tener a mano el libreto que ellos le hacen repetir. Ese sector en decadencia pero dañino,
detesta la dialéctica de la
Presidenta porque sus propio lenguaje es impresentable y
remite a lo peor de nuestro peor pasado.
Por si algo faltaba, el discurso por Cadena Nacional
por el Día de la Industria
tuvo más rating que los productos mediáticos más exitosos. Eso a la corporación la
pone muy mal porque al difundir la voz de Cristina en vivo y en directo, los
deja sin posibilidad alguna de tergiversarla que es lo que mejor saben hacer. En ese sentido, el affaire Rocca es
una clara muestra. El cruce
epistolar entre el Capo de Techint y la Presidenta confirman su modus operandi. El
empresario en su nota declara que Clarín tergiversó sus palabras. Lo que deja al descubierto -por si
aún quedaban dudas- que ese multimedio monopólico no respeta ni a su socio y
que ya no tiene límites en su desfachatez.
De ser el Gran Diario Argentino ha
llegado al punto que lo único cierto en cada ejemplar que publica es la fecha y
el precio, nada más. Y no es la primera vez que queda desnudo hasta los
tobillos en su grosera impostura. Instituciones, personalidades, políticos y
funcionarios han tenido que salir a rebatir sus maliciosas falacias.
Sin embargo, y a pesar de su
creciente descrédito, muchos lectores persisten en alimentar su resentimiento
con la lectura de sus emponzoñados libelos. Encima, son concientes de que les miente de manera
descarada.
La importancia del mensaje en directo de La Mandataria se notó más aún el día que se refirió al miedo.
Cristina dijo textualmente “Pero no
hay que aterrorizarse, solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo
caso también un poquito”. y
aclaró que eso iba dirigido a sus funcionarios, los que ella había designado y
que eran su responsabilidad. Como de
costumbre los amos de los medios hegemónicos, aseguraron que esa “amenaza” era para todos los argentinos.
O sea: a Cristina hay que tenerle
miedo. Ergo: Esto es una dictadura.
Algo que, si hipotéticamente fuera cierto, se sentirían muy a gusto puesto que
fueron socios de cuanta dictadura asoló nuestro país.
Esa maldad insolente que ya no tiene dimensión ni
cuantía, acrece a medida que se acerca el día fatídico para el Gran monopolio
Gran: el 7
de diciembre el poderoso multimedios deberá quedar reducido a un poco menos del
diez por ciento de lo que hoy es. Esa es la verdadera madre del borrego.
Hay una
mayoría ansiosa por ver al monstruo sometido y con él a los que le rinden real
vasallaje. El 7 de diciembre será como un anticipo de fin de año, que indicará el
fin de una oprobiosa inmoralidad periodística y el venturoso comienzo en
plenitud de una democrática ley de servicios audiovisuales.
A su vez,
los exponentes de la oposición
deshilachada y los presidenciables en oferta, en estampida salieron a hacer cola
en los medios hegemónicos para recitar el relato de Clarín, sin tener el
mínimo sentido del humor ni capacidad para captar la sutileza y la ironía con
que la presidenta expone. De la
Sota, nimbado de espiritualismo afirmó que “a Dios no se le teme porque es
puro amor”. Macri, entre tropezones
silábicos, tartamudeó, “somos mayoría los que queremos
vivir en libertad”. Algo que a él, a tenor del Juicio oral que
se le viene, le puede quedar muy
poca. Aséptico, Hermes Binner como corresponde a un ex médico,
diagnosticó: “no la vemos bien. Tiene que dar un mensaje de paz y
tranquilidad”. Cleto Cobos, -una voz
muy prestigiosa-, denunció que “es
un gobierno de sumisión, que impone el miedo”. “Alika Alikate” De Narváez dijo de corrido que la Presidenta “no le da miedo sino vergüenza”. Y la pluripartidaria Patricia
Bullrich, ensoberbecida, subió la apuesta:
“queremos decirle a la
Presidenta que no le tenemos miedo”.
Como se verá, “el Goce”, “la Cadena” y “el miedo” etc.
sólo sirven para que los opositores se
preocupen por el ruido y no por las nueces. Por eso, salvo la tapa de Noticias,
pareciera que lo
demás, ha sido otro hueso que arrojó Cristina para entretener a la jauría.
Y hablando de entretener,
Baldomero Fernández Moreno sostenía que el gaucho no existió, que fue un
invento de los estancieros para entretener a los caballos.
Parafraseándolo, se podría afirmar que esta oposición no existe, es un invento
de Cristina para entretener al monopolio Clarín . . .
Laborde. Cba. Arg.
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