martes, 12 de febrero de 2013

No los une el amor sino el espanto. Por Delsio Evar Gamboa




¡Pájaros del mismo plumaje! . . . uno, mal gestor de una ciudad autónoma con el mayor PBI del país, el otro, patrón de estancia de una de las provincias más ricas de la Argentina . . .



Antes de entrar en tema, es inevitable la referencia a un hecho que por su connotación regional concita el repudio generalizado de propios y ajenos: El reciente entrenamiento de los “marines” chilenos, con sus ridícula arenga belicosa nos recuerda lo que tantas veces hemos visto en películas yankis sobre ese tipo de payasadas. Este burdo remedo le agrega además del burlesco, una grosera sumisión al imperialismo que en estos tiempos resulta patética . . . Doy fe.
Ahora sí, a los bifes. Uno es responsable de lo que escribe, no de lo que algún lector entienda. Pero uno, que sabe que la lucha es cruel y es mucha, lucha y se desangra por la fe que lo empecina . . . y aunque a esta altura ya no entiende qué cosa le resulta más patética, si los operativos de disturbio emocional ensayados contra el público desde la corporación multimedial de la derecha, heredera directa del salvaje unitarismo, o la credulidad aparentemente infinita de ciudadanos con síntomas de un alzheimer subrepticio, empecinados en mantener vivo el fuego de una indignación inducida, si bien cada día que pasa les acercan indicios de estar siendo víctimas de una grosera manipulación informativa. Son los que recurren al insulto como el mejor homenaje que le hace la prejuiciosa mediocridad al sentido común y la inteligencia.
Gente que pareciera que aún siguen perdidos en los tiempos pretéritos de la edad de la inocencia, a la que han convencido de estar en garras de una dictadura cruel, ingenuos aprovechados por hábiles timadores en maniobras de embaucamiento. Recién llegados a la arena de la opinión política, no tienen el reflejo que da la práctica del análisis crítico comparativo, y son fácilmente enchalecados por el monopolio multimediático. Y también los opositores más recalcitrantes que viven regurgitando revanchismo. Que no sólo lo hacen obnubilados por el resentimiento propio de frustrados electores de gobiernos en fuga, sino también por egoístas razones de intereses personales y convencidos de librar una suerte de guerra santa a favor de los valores occidentales y cristianos, que una clerecía medieval les sermonea desde el púlpito.
Se comen el verso recitado por miles de medios de comunicación masiva, que el gobierno nacional es parte del eje del mal que George Bush Jr argüía para justificar sus invasiones genocidas y que el papa, los santos y las vírgenes temblaban en sus pedestales divinos ante el ataque final de la horda ateo islamita. Aunque sabemos muy bien que nuestros fundamentalistas de crucifijo, sotana y Biblia, no son para nada mejores que los de la media luna musulmana . . .
Dios les salve la inocencia . . . si quiere. O los rescate de su obstinada obcecación, resabio  perjudicante del aciago menemato, con su doloroso período de desvalorización y desguace no sólo del país sino también de la  cultura de la sociedad.
En ese contexto y como mascaron de proa, aparece la apetencia desmesurada de dos “candidateables presidenciales” que se han trepado al trampolín olímpico de la pileta electoral siendo que esta aún no tiene agua. No obstante ya tomaron impulso para lanzarse al espacio desde una distancia de dos años y medio vista, en que recién se iniciará la competencia. La dupla Macri-De la Sota ya está en carrera, aunque todo indica que será la crónica de una debacle anunciada porque ninguno de los dos querrá ser “segundo” del otro . . .
Sugestivamente, cada vez son menos las diferencias que estos aspirantes desnudan a diario en los medios hegemónicos que los tienen conchabados con cama adentro y férreamente blindados. Al pasado menemista de los últimos 20 años de los dos compinches, se suman sus enunciados discursivos -uno de ellos ininteligible-, a tono con  el mejor estilo imperante durante la segunda década infame, el apego a la orgía privatizadora y, por sobre todo, el fogoneo y el apoyo desmesurado de la prensa de alcance masivo -que le oculta a Macri su carácter de procesado- y de las corporaciones económicas para instalarlos como alternativa de gobierno.         
De Macri es público y notorio su pertenencia a uno de los grupos oligopólicos más poderosos, y al mismo tiempo más favorecidos por la dictadura cívico-militar y las políticas de Menem-Cavallo de los 90. Su desastrosa gestión de gobierno en la Capital, -la ciudad con el PBI más alto del país- ratifica su retardataria propuesta y lo expone como lo que se podría llamar: “la derecha económica, conservadora y neoliberal, atendida por sus propios dueños”. 
El gobernador de Córdoba, -una de las provincias más ricas de la Argentina- creador e impulsor del nefasto Domingo Cavallo a la política, apuntaló las decisiones privatizadoras y entreguistas de Menem. Estuvo a punto de rematar EPEC y el Banco de Córdoba. De allí que algunos lo llaman “menemista tardío” y también “Aguad con quincho”. Usufructuando despóticamente las herramientas políticas que le da el control absolutista del aparato del PJ cordobés, al que está atornillado desde hace más de 20 años, sin permitir la renovación de autoridades ni elecciones internas, se ha lanzado sin fijarse en gastos ni costos a jugar su última chance en su berretín por alcanzar la presidencia del país. Con el aval de los grandes medios, de los sectores económicos más concentrados, de los que la Fundación Mediterránea es el verdadero poder en las sombras, digitando la política económica de la provincia desde hace más de 35 años, y con el acuerdo no explícito pero sí implícito de una UCR cada día más cerca de las conservadoras ideas “cordobesistas” de derecha y muy lejos de sus orígenes populares y nacionales.         
Si se observan los rasgos determinantes de las gestiones de ambos, se apreciará que, más allá de sus colores partidarios, entre ellos son mayores los sinónimos que los antónimos. Por eso Macri pidió internas abiertas con De la Sota. Y uno de los aspectos principales son las políticas impositivas regresivas, el apoyo y subsidios a los grandes grupos económicos en detrimento de pymes y sectores populares y por supuesto, la represión a la protesta social. En esto surge un tercero y no en discordia precisamente: el intendente radical Mestre, que lo muestra adicto a los dogmas neoliberales de ajustes salvajes, tarifazos e inequidad tributaria.
Los une también, y no el amor ciertamente, su furibundo rol opositor a las políticas del Gobierno nacional, sin dudar en aliarse con el monopolio Clarín, la Sociedad Rural, la Mesa de Enlace, lo peor de la dirigencia sindical, o con mediáticos personajes de la farándula, apelando a lo que venga con tal de posicionarse y permanecer en la tapa y las pantallas de los grandes medios nacionales. Tampoco escatiman recursos económicos ni medidas que afecten a las mayorías. De hecho, los impuestazos de Macri en el ABL porteño; Ingresos Brutos y Sellos; los tarifazos al Subte; la prohibición de instalar Tecnópolis y su intrínseca ineptitud van del brazo con la Tasa Vial de De la Sota en Córdoba, que llevó los combustibles a ser los más caros del país, igual que la energía y el transporte; la suba de la base imponible y el impuesto inmobiliario urbano que va del 30 al 200%, mientras que estos ítems para el campo siguen en el freezer desde hace 14 años. Eso sí, en compensación les ha pedido “una colaboración”. Los ajustes a jubilados y el grosero favoritismo sojeril, que le ha valido el mote de “Hood Robin”; el desguace de la salud pública; la clausura revanchista de cinco antenas de TV digital gratuita por “el impacto ambiental” -siendo que en la provincia hay 1500 iguales para distintos servicios-, perjudicando a 500 mil beneficiarios. ¿Desde cuándo a De la Sota le importa el medio ambiente?. ¿Se imaginan a Cristina clausurando una antena de Cablevisión? . . .
Esta politiquería barata pero elevada a la enésima vergüenza, da una clara idea acerca de lo que podría ser el país gobernado por cualquiera de estos dos “progresistas”. De sólo pensarlo, -como dice el tango- “Dan ganas de balearse en un rincón”.    
Lo preocupante de este juego de los parecidos, es que tanto la sociedad porteña como la cordobesa parecen adormiladas. Incluso desde las dirigencias gremiales, tanto de trabajadores como patronales, no se escuchan voces cuestionadoras de este perverso sainete. En este sentido, es sorprendente también que desde los directorios de las principales cámaras empresarias, siempre muy preocupadas por la competitividad, no se hayan opuesto a que la provincia de Córdoba se haya convertido en la  más cara del país.     
Los responsables de las Pymes y de  las industrias nacionales que se han beneficiado con la recuperación de sus empresas en estos últimos diez años de la mano de políticas activas con un Estado presente, que defiende el trabajo argentino, con un mercado interno fortalecido, revirtiendo los efectos destructivos de los 90 y de la actual crisis mundial, hasta ahora, permanecen pasivos frente a los abusos, despropósitos y mala praxis de estos depredadores que no son otra cosa que intentos de restauración de lo peor de las políticas neoliberales, de ajustes salvajes, privatización, endeudamiento, represión  y entrega que ya supimos padecer.      
Más allá de las críticas sobre aspectos del actual modelo político nacional, no quepa duda alguna que todo lo que hay para corregir, así como todo lo que aún falta, está en este camino que hoy se está recorriendo. Lo otro es la vuelta a un tenebroso pasado que nadie en su sano juicio puede permitir.
Ahí está la razón del apoyo de la mayoría de los argentinos a este Proyecto Nacional, Popular y Democrático. Lo hacen porque -más allá de sus convicciones políticas- los asalta la más primaria reacción de la especie humana ante el peligro: el instinto de conservación .
 Laborde. Córdoba. Argentina

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