Ensayo sobre el cinismo . . .
Ha tenido la astucia de ir desplazando subrepticiamente a “Lilita” Carrió y hoy sus delirantes afirmaciones no tienen nada que envidiarle a las predicciones apocalípticas de la blonda pitonisa . . .
Con la sana inquietud de conocer quién es quién en la política argentina, es bueno revisar algunos antecedentes de los representantes que se supo conseguir. En este caso y por méritos bien ganados, a la derecha de su pantalla señora como corresponde y el caso amerita, los del radical Oscar Raúl Aguad. Para empezar recordamos muy bien que este ex ministro de gobierno de Ramón Mestre en Córdoba, fue el artífice de un recorte salvaje del 30% a los salarios de estatales y jubilados que ya venían congelados desde el inicio de la convertibilidad en 1991. También, que con la retrógrada “reforma educativa” que se impuso, movilizó una protesta con más de 50 mil docentes cordobeses en las calles mientras su jefe Mestre vacacionaba en Moscú.
Sin olvidar los cierres de las salitas de 4; de las escuelas rurales; las escuelas técnicas y de arte; los cierres compulsivos de hospitales en toda la provincia. El inhumano desalojo del Hospital Misericordia, con policías apaleando a médicos, enfermeras y pacientes por los pasillos; el cierre del Banco Social, dejando cientos de empleados en la calle sin pagarles un peso; la clausura de la Cervecería Córdoba con el Grupo de tareas ETER entrando en la madrugada a la empresa tomada para reprimir a los trabajadores como si fueran delincuentes; la detención sistemática de los delegados del SEP y de judiciales; las órdenes de captura a dirigentes de Luz y Fuerza; el permanente apriete a los organismos de Derechos Humanos de la provincia; los teléfonos pinchados en las redacciones de los medios gráficos y las distintas operaciones de “inteligencia” que denunciaban complots que sólo existían en la mente del gobernador y su ladero, son algunas de las perlitas que nuestro hombre atesora en su derechoso prontuario.
Como premio por sus notorios servicios, Mestre lo llevó a Corrientes en 1999, cuando fue designado interventor Federal por el entonces presidente Fernando de la Rúa, quien luego compartió con el que después fuera su ministro del Interior, la causa judicial por la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo, donde fueron asesinadas 36 personas mientras el hiperkinético “Chupete” se montaba al helicóptero blanco. . .
Aguad es designado por Mestre interventor en la Municipalidad de la ciudad de Corrientes. En tal carácter, toma un crédito por 60 millones de dólares, de los cuales se desconoce a qué bolsillos fueron a parar, razón por la que se encuentra procesado y por ahora a salvo gracias a sus fueros legislativos a los que se aferra con uñas y dientes.
El
millonario préstamo le fue fue concedido por el Banco de la Nación Argentina en agosto
del 2000 y depositado en octubre del 2000 en una cuenta de la provincia,
que respaldaría la operación con garantía de la coparticipación federal,
y el que, según la investigación judicial, nunca fue contabilizado.
En ese contexto, la Justicia
lo investiga. También a los funcionarios que intervinieron en la operatoria:
Ramón Darwich, ex ministro de Hacienda de la intervención federal, y
Fidias Mitridiates Sanz, ex secretario de Hacienda municipal.
Entre sus polémicas declaraciones siempre impregnadas de alardosa pedantería, se destacó su pública confesión de que jamás se sacaría una foto con Néstor Kirchner porque él es muy escrupuloso al elegir con quienes se fotografía. Corroboramos que es muy cierto su especial prurito en ese sentido al encontrar un documento donde demuestra su coherencia: nada más y nada menos que posando para la posteridad junto al gran coleccionador de cadenas perpetuas: el genocida Luciano Benjamín Menéndez. Evidentemente hay que portar mucha desvergüenza para intentar hacer creer que la hipocresía puede servir de bandera, siendo escudo.
Fue en un acto en el Tercer Cuerpo de Ejército en plena democracia, donde se lo ve junto a ese asesino serial. También, al ex Gobernador de Córdoba, Ramón Mestre, al ex Vicegobernador Luis Molinari Romero, al ex Ministro de Educación, Jorge Pérez y a la Jueza Federal Cristina Garzón de Lascano. Todo el gobierno en pleno y en grata camaradería. Era el año 1995 y el genocida gozaba de absoluta impunidad y aceitados vínculos con la gobernación radical de la provincia, que le supo gastar obsecuentes cortesías.
De ahí que como resultado de su pública y estrecha amistad con el represor y otros militares procesistas y su pura brutalidad castrense, le quedó el mote de “milico” que bien ganado lo tiene.
No obstante que el pasado lo condena a perpetuidad, Aguad se presenta ante las cámaras del monopolio Clarín, impoluto, bronceado, con su habitual gesto de inquisidor medieval. Ningún periodista de los medios dominantes le puede requerir sobre su procesamiento, ni repreguntar y mucho menos sugerirle una autocrítica por haber sido el que ordenaba la represión para imponer los salvajes ajustes durante la gobernación de Ramón Mestre en Córdoba, a pesar de que saben muy bien que era el que coordinaba las detenciones y aprietes a los militantes políticos y sindicales.
Este
típico “docto” cordobés, -lo que no es un orgullo para la mayoría de sus
coterráneos por cierto-, tan atildado, tan respetuoso de la Constitución, es de
los que se refugian en el cálido líquido amniótico de las cofradías elitistas
con prosapia que lo preservan de ensuciarse con el barro doméstico de la plebe.
Por eso, no escatimaba las balas y los gases necesarios contra los reclamos
populares para cumplir con los bancos y organismos de crédito internacionales,
que exigían orden social para seguir haciendo negocios y usura.
Este cuestionador de la “falta de institucionalidad” y el “respeto por la legalidad”, reinsertó en su momento en la estructura policial, a represores como el “Negro” Castro, de la temible Oficina de “Informaciones” de Bell Ville que se encargaba de cazar “subversivos” -si lo sabré-, en los pueblos del Departamento Unión, y Yanicelli y la “pesada” de la siniestra D2 de Córdoba capital, como la mano de obra especializada que se ocupaba de la tarea represiva que “democráticamente” les ordenaba.
Aguad representa la más rancia corriente neoliberal y ultraconservadora de la Unión Cívica Radical que ha llevado al centenario partido al deshilachado lugar en que hoy se encuentra. Consecuente con su ideología, apoyó a Cleto Cobos en su cruzada sediciosa, también respaldó al ex comisario Luis Patti -que purga prisión perpetua por asesino- para que en su momento asumiera su banca como diputado. Como se verá, el “milico” no le hizo ni le hace asco a nada.
No
olvidar tampoco que en el momento de mayor tensión entre nuestro país y los
ingleses desde la Guerra
de Malvinas, Aguad -con otros “líderes” de la derecha- en forma subrepticia
viajó a Londres pagado por la
Embajada británica para -se aseguró- darle su respaldo en el
conflicto. ¡Con lo que ya tendría ganado su lugar en la galería de los infames
traidores a la Patria!
De
todo esto es primer actor este “abanderado” de la ley, los modos, las formas,
el cómo, el porqué, el cuándo y una
larga lista de etcéteras. Y lo hizo como creyente que penetra en ámbito de
incensario. Y uno que es proclive al vagabundeo
interno y externo teniendo siempre como referente la realidad, a veces trata de
expresarla recurriendo a un sutil lenguaje metafórico, para morigerarla un poco de tanto cinismo, donde
una pizca de humor irónico campea sobre la impudicia y lo perverso, tanto como
sobre lo absurdo, lo indigno y lo banal.
Hoy Aguad pertenece al Grupo Clarín -que también dispone de varios jueces venales y un ejército de abogados- y está urgido por renovar su banca que termina en 2013 y que le permitiría continuar cuatro años más con los fueros legislativos. Por ser diputado nacional desde 2005, los plazos para la prescripción de la causa de los 60 millones de dólares dejaron de correr desde entonces, quedando todavía dos años más hasta que deje de tener esos fueros para que el proceso caduque. El Superior Tribunal de Justicia de Corrientes rechazó la prescripción y ratificó su procesamiento, dejándolo al borde del juicio oral en cuanto pierda sus privilegios.
No obstante, apropiándose del pensamiento de Leonardo Favio, sobre que “el hombre tiene una hipoteca con sus semejantes”, y creyéndose portador de semejante altruismo, el año pasado tuvo el berretín de presentarse como candidato a gobernador. Ahí comprobó que los cordobeses no comen vidrio. Y en las urnas se lo hicieron saber. Los corruptos pueden zafar de todo, menos del desprecio de la gente.
El hombre se vendió al mejor postor mediático y está
obligado a seguir como traidor porque de la traición, como del ridículo, no hay
retorno.
Sus obsesivos ataques a todo lo que hace el gobierno, son una fotocopia autenticada de lo que diariamente
vomita la garganta poderosa de los medios.