¡A no equivocarse!... ¡No es la política la que hace a un político
convertirse en corrupto, es el engaño, o la mala utilización del voto lo que
hace a un corrupto convertirse en político!!!

Dos fechas
iguales en tiempos y contextos diametralmente opuestos definen dos hechos
trascendentales en la historia de nuestro país. La de 1945, ampliamente
conocida por el quiebre que significó dar vuelta esa página de vergüenza
nacional llamada Década infame como pérfido colofón, y su consiguiente inicio
de una nueva Argentina con todo lo que ello implicó. La otra fecha,
prácticamente desconocida u olvidada, es la vuelta atrás a lo peor de lo que se
había superado.El 17 de Octubre de 1955, se
produjo la destrucción definitiva de las turbinas de los motores a
reacción de los aviones de última generación en la Fábrica Militar de Aviones
de Córdoba -hoy la reestatizada F.A.de.A-, que eran de lo más avanzado del mundo.
Se desguazó el proyecto Pulky II, iniciado por Juan Domingo Perón, -lo primero
que se atacó posterior a la Masacre de Plaza de Mayo y que fuera el anticipo
del golpe de Estado de la mal llamada Revolución “libertadora” en Septiembre de
1955-. Ese acto de vandalismo político fue celebrado con un selecto ágape para “demostrarle al mundo que sólo somos un país
agrícola-ganadero”.
Esa pérfida frase es el dogma de ese sector visceralmente oligárquico, cuyo
génesis es la Sociedad Rural Argentina.La tecnología destruida que
fuera pionera, fue utilizada después por la Unión Soviética para la
construcción del famoso avión de combate Mig 17. De ello, da fe el
Profesor de Derecho de Navegación Dr. Javier Mosquera Ubios, que a la vez,
muestra las tarjetas de invitación a la “Cena de Gala” en el Jockey Club de
Córdoba, -como no podía ser de otra manera- para celebrar tan “magno
acontecimiento” la misma noche de ese nefasto 17 de Octubre. Esa tarjeta
debería figurar como el símbolo de la desaparición ignominiosa de lo que fue
nuestra pujante industria aeronaval. Para que se tenga una cabal idea, piénsese
que en ese entonces, la ahora mundialmente famosa fábrica de aviones Embraer de
Brasil, ni existía. Hoy, el Gobierno Nacional con su política de
reindustrializar el país, está rescatando las industrias insignes que en
aquellas épocas eran líderes en nuestra América. Argentina vuelve a construir,
después de 40 años, locomotoras para el mercado local y regional. Materfer de Córdoba presentó la primera MTF
3300 y también el Coche Motor FOSE. De no haber sido por aquella destrucción de
la industria nacional, no habría necesidad de importar trenes de China. Además,
ver el satélite ARSAT construido hace poco y ser uno de los 8 países que
dispone de esa tecnología de avanzada, es volver a recuperar la senda del
desarrollo propio de pujantes sector que tantas veces nos fueran
boicoteados desde adentro y desde afuera. En ese sentido, la continuidad del
modelo de Nación industrializada, con políticas activas para la construcción de
nuevas fuentes de energía dentro del proyecto de soberanía política,
independencia económica, justicia social e integración sudamericana, es
un gran salto de calidad que se ha dado en los últimos once años, para que el
modelo se profundice y que la Patria siga en el camino del desarrollo y la
recuperación de lo nuestro, como políticas de Estado para tener un país que
incluya a los 40 millones de argentinos, desde lo que se hace, y lo que aún
falta hacer.Para ponernos “en autos” como
dicen los abogados, y comprender por qué se desguazó la industria nacional, es
imprescindible entender que desde los comienzos de la Patria siempre existieron
dos proyectos de país totalmente distintos.Uno el que defiende el
progreso y los intereses legítimos del pueblo argentino todo para su bien
general sin exclusiones. El otro, el de la oligarquía agroexportadora y los
grandes terratenientes a los que se les acoplaron los usurarios grupos
financieros y monopólicos en connivencia con el capital extranjero. Este nos llevó
al infierno del 2001. El otro proyecto, es el que nos sacó.Esto confirma una vez más que
Federales y Unitarios, aún con distinta denominación, continúan a través
de la historia como trasfondo político de las grandes luchas populares por sus
reivindicaciones sociales, eliminadas éstas cada vez que los modernos unitarios
de verde oliva, con la complicidad civil y eclesiástica asaltaron el poder o
que, con engaños y apuntalados por los grandes medios monopólicos algunos
políticos fueron elegidos por el voto popular: “Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie” confesó uno con obscena sinceridad y camuflado de
“federal”, ¡Y qué casualidad!... ¿o no? también destruyó y regaló las
empresas, los recursos naturales y la industria nacional, y tuvo su “17
de Octubre” cuando montó un show televisivo para mostrar cómo apagaba
definitivamente los altos hornos de Somisa, con la complicidad de la derecha
política y los grandes medios que le festejaban su cholulismo y sus
excentricidades, a la vez que le gastaban laudatorias obsecuencias. Si esos mismos medios
hegemónicos hubieran estado en la Vuelta de Obligado por ejemplo, habrían
titulado que la Argentina violaba los códigos y los tratados internacionales al
encadenar el Río Paraná para impedir el paso de los buques Anglo-franceses, y
que quienes lo hacían, apedreándolos desde la costa, no eran más que negros
“piqueteros”, violentos y comprados por el “polémico” Rosas, por el asado con
cuero y la ginebra…Eran tiempos en que la prensa
“Independiente y seria” de Bartolomé Mitre, -matriz putativa de la hegemónica
corporación mediática actual- el arma más “civilizatoria” de aquel
entonces, ametrallaba con los dardos de sus sicarios y amanuenses todo su odio
racista y clasista sobre la “Barbarie” federal. Allí escribían sin solución de
continuidad, los ancestros de los mismos que ahora defienden los intereses de
los fondos buitre antes que los nacionales. Y siempre más preocupados por lo
que opinan desde el extranjero sobre Argentina, que por la Argentina misma.
Vistiendo lujosas “pilchas
gauchas” y en sus ostentosas chatas como si fueran modernos cosacos,
parafraseándolos, como aquellos, no les falta decir: “sobre mi 4x4, sólo Dios es más grande que yo”. Y para seguir con la tradición, evaden y
acaparan su producción todo lo que más pueden, estafando a “su amado país” y a
sus propios compatriotas, mientras se envuelven con la celeste y blanca y
cantan el himno arrobados de patriotismo.
Como buenos oligarcas,
sienten una eterna nostálgica por la “Belle Epoque”, cuando en portentosos
barcos, con la vaca atada y tirando manteca al techo viajaban a París la
mayor parte del año. Ellos, su Sociedad Rural y todo lo que representa,
estuvieron, están y estarán siempre a espaldas del país. Se enriquecen
cada vez más con lo que produce el suelo patrio que consideran un bien propio,
sin aceptar que en realidad es un recurso estratégico y un bien social, y que
como tal, debe ser compartido. Insisten en exportar toda su producción a valor
dólar, sin dejar absolutamente nada para el consumo interno. De la soberanía
alimentaria no quieren ni oír hablar. Es como si le nombraran al diablo. Cada
vez son más ricos, sin embargo lloran como si estuvieran en la ruina. ¿Por
qué no le muestran a los argentinos pobres el margen de ganancia que obtienen y
declaren a los movileros de cuántas hectáreas son sus campitos y cuánto vale
cada uno?
Su visceral egoísmo de clase
no los deja darse cuenta que mientras mejor le vaya a la mayoría, mucho mejor
de lo muy bien que les va, les iría.
Cada vez que sus personeros
tomaron el gobierno, siempre destruyeron el desarrollo del país para volverlo
al modelo pastoril. No quieren industria ni tecnología nacional, porque crean
conciencia ciudadana. Detestan la educación pública porque prefieren -y los
ejemplos sobran- que haya analfabetos para poder explotarlos. Desprecian a la
ciencia porque propicia el despegue del país. Todas sus necesidades, aún las
más básicas, son importadas. No por casualidad, todos o casi todos los
ministros de Economía cuando no presidentes en gobiernos de la golpista derecha
liberal, fueron impuestos por la retrógrada Sociedad Rural. Con nombrar a los
Martínez de Hoz y su dinastía maldita desde sus negros orígenes, está todo
dicho.
Esta confrontación de dos
proyectos no es algo nuevo, ocurrió en la Guerra de Secesión de EEUU en el
Siglo XIX: el Norte industrial contra el Sur esclavista…, el resultado es harto
conocido.
Es por esa historia plagada
de explotadores, cipayos y traidores que uno, desde su humilde atalaya de
inquieto fisgón de la realidad, decididamente toma partido por la “Barbarie” de antes y la de ahora… defensoras absolutas de lo
nacional.
¿Por qué la
persecución al desarrollo nacional por parte de los poderes oligárquicos? …, muy simple: la Patria Agroexportadora, que
nunca dejó de añorar las botas y los fierros marciales, sigue siendo la nefasta
oligarquía feudal que en el pasado y con porfiado berretín de presente, siempre
definió las elecciones e impuso la orientación política de los gobiernos.
Cíclicamente, fue capaz de adueñarse de símbolos como la Bandera, el Himno y el
Poncho, como el Credo, como las Tierras y como las Instituciones. Su
desmesura patriótica sin autorización de la patria es una grosería cívica. No
se sabe qué pensarían French y Beruti de esta arrogancia de un sector
privilegiado que pretende que su negocio es tan argentino que se merece la
escarapela y toda la simbología nacional. La escarapelización, como decoración de una puesta en escena, no convierte
por arte de magia su enconada resistencia al gobierno, en una patriada
gauchesca.
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