
Por lo que es muy alentador el avance de los juicios y condenas a los cómplices, promotores y beneficiarios de la dictadura. Allí está Pedro Blaquier, dueño del diario La Nación, uno de los emblemáticos representantes de las clases dominantes, hoy procesado. Jaime Smart, ministro del Terrorismo de Estado, condenado a perpetua, Alberto Rodríguez Varela ex ministro de justicia de Videla, con pedido de captura. Y se va por más. Se está destapando una olla que tendrá consecuencias impredecibles. Mientras los juicios y condenas se limitaban a los milicos mercenarios, o el lumpenaje de los capuchas y la picana, vaya y pase, pero juzgar y que manden en cana al poder económico, eclesiástico y periodístico socios de los genocidas, para los responsables de tamaña atrocidad imaginar lo que se les viene, resulta insoportable.
De ahí entonces lo que estamos presenciando
últimamente. Ello demuestra una vez más -por si hiciera falta- que la
derecha cuando tiene que matar, mata . . .
Cuando el Estado está ausente, y no hay controles como en estos casos, pareciera que gente normal sacara la bestia que lleva adentro y en un minuto nos remite a la Edad de Piedra.
Cuando el Estado está ausente, y no hay controles como en estos casos, pareciera que gente normal sacara la bestia que lleva adentro y en un minuto nos remite a la Edad de Piedra.
Nadie puede justificar el
salvajismo desatado en estos días, pero la realidad es que no es más que la
consecuencia de un gobernador en insistir con su delirante berretín
presidencialista que lo lleva a descuidar aspectos elementales de una gestión
que deja muchísimo que desear. No quedan dudas de que De la Sota a esta altura
ya está recorriendo el mismo camino de Angeloz . .
Debe quedar bien entendido que la
seguridad es competencia exclusiva de las provincias, el poder central no puede
irrumpir en ellas si no es requerido por los gobiernos locales o por
autoridades judiciales. Tal la estructura constitucional del federalismo,
corroborada y regulada por la Ley de Seguridad Interior. En
ese sentido el gobernador santafesino Antonio Bonfatti solicitó de modo
explícito la ayuda y ésta se brindó de inmediato.
Lo inentendible resultó que aquellos que criticaron los festejos
oficiales por los 30 años de Democracia mientras ocurrían los últimos coletazos
de los saqueos con algunas muertes como lamentable consecuencia, eran los
mismos que pedían a gritos que había que matar a los saqueadores . . .
Por supuesto, los voceros mediáticos de los autores intelectuales de
la extorsión policial y su correlato de desmanes programados, enardecían las
pantallas azuzando los espíritus con el consabido latiguillo que todo se debía
al estado de confrontación que propicia el gobierno.
Los hechos por su complejidad, no dejan mucho margen para arqueos de
caja política, aunque son imprescindibles para evaluar lo ocurrido. Y también
para distinguir entre los que acompañan, los que medran desde las sombras, los
que arrojan piedras de atrás del árbol y los que, tabicados en sus frígidas
mentes, aguardan la oportunidad sacar de adentro lo más bajo de la condición
humana. Campo propicio para mezclar los tantos y confundir la connotación del
vocablo “confrontar”.
El que diga que no debe haber escenarios de confrontación en un estado
democrático -que es otra cosa-, se equivoca tanto como el que los critica. Si
el Gobierno no confrontaba con la Iglesia no habría matrimonio igualitario ni
reforma al Código Civil. Si no lo hiciera con la corporación cómplice de
la dictadura, no habría juicios y condenas por violaciones a los derechos
humanos. Si no hubiese enfrentado al monopolio Clarín no tendríamos Ley
de Servicios audiovisuales. Si no se rechazaba al ALCA, estaríamos peor que
Europa. Si no se recuperaban los aportes previsionales en manos de la mafia de
las AFJP, esos jubilados hoy cobrarían monedas, si cobraran. Si se doblegara
ante las presiones de las grandes grupos financieros no habría espacio para un
Estado soberano. La sociedad seguirá conviviendo con esos sectores
retardatarios, pero no puede aceptar que se le impongan intereses sectoriales o
corporativos y en ese esfuerzo puede ganar o perder algunas batallas. Para
cambiar situaciones de injusticia siempre hay que confrontar con intereses
contrapuestos y poderosos.
El kirchnerismo no dividió a la sociedad, al contrario, rescató la
política con lo que le devolvió la voz a sectores postergados para reclamar sus
derechos. La intolerancia de algunos segmentos del privilegio, a que le
reclamen lo que es justo, es lo que divide.
Recordar muy bien que la década
de los ’90 fue el proceso de destrucción política, social y económico más
grande de nuestra historia. De esos escombros hubo que resurgir.
La diferencia del kirchnerismo con
el resto de los partidos es que vino a cambiar un estado de absoluta
injusticia. Ese que idealizó una clase pudiente, elitista y sectaria, que no
soporta la inclusión de las capas más bajas de esta sociedad que este modelo
político vino a revalorizar, dando igual oportunidad para todos sin excluir a
nadie.
A su vez, la clase media figurona y tilinga tiene la lógica “del
country”, que el pobre venga, corte el pasto y se vaya, no quiere verlo más. Es
la misma que regurgita el veneno de Lanata, el odio de Clarín y las mentiras de
TN.
Y los siempre desagradecidos sojeros que viven
llorando miseria, pero que acaparan la producción y no la venden para
perjudicar al único gobierno que les ha posibilitado un enriquecimiento como
jamás se hubieran imaginado, deberían acordarse de cuando para pagar las deudas
que los ahogaban, vendían la cosecha aún antes de sembrarla . . .
Después de 10 años de gestión, ser
la primera fuerza a nivel nacional y tener mayoría propia en el Congreso tras
elecciones legislativas -donde siempre perdieron los oficialismos- significa
que la realidad es la única verdad . . .
La división de la sociedad que
tanto saturan los medios se da cuando la discusión es ideológica. Cuando es
económica para el establishment y los grandes medios no existe y todo está
bien. En la segunda década infame de los ’90, cuando había un 60% de pobres, un
28% de desocupación, un desguace total del país no estaba dividida la sociedad?
Durante el Terrorismo de estado, estaba unida y en paz?. Cuando el peronismo
era proscripto y perseguido había unidad?. Hoy, que la desocupación es del
6,9%, cero pobreza según la CEPAL, altísimo consumo, el país crece como nunca
antes con plena libertad, alguien puede tragarse el verso de que la ciudadanía
está crispada y desunida más allá de las discusiones o pujas lógicas de la
política en democracia?
Nada que ver con lo que farfulla el Jefe de Gobierno porteño, que
caraduramente potencia su irresponsabilidad para enmascarar sus derechosas
intenciones. Con la chocante limitación que caracteriza su paupérrimo
rango expresivo, Macri intentó explicar que “nuestra presidenta cambió la
agenda del año pasado por la cual recibió tanto apoyo, que era de conciliación,
de diálogo, de mayor tranquilidad, por una agenda de enorme
confrontación". Para este atormentador de la política, la
única posibilidad de terminar con esa “confrontación” es el
gatopardismo, es decir, “cambiar poco para que nada cambie”. Más aún,
según él, para evitar todo tipo de conflicto, nuestro país debería retornar al
neoliberalismo en estado puro, beatamente extranjerizante y antinacional.
Lo que la gente como él considera “confrontación” no es más que la
decisión del Estado de manejar la Economía y no que se la manejen. Eso
es lo que provoca el insomnio de los poderosos. Para la gente como Macri no es
confrontación hacer espionaje -por lo que está procesado y va a Juicio oral-,
tampoco rebajar salarios, tarifazos, despedir trabajadores, ajustes, evadir,
contrabandear, mentir, complotar y reprimir sin asco. Es allí donde sus
escuálidas ideas se difuminan en el reducido espacio de su intelecto.
Razón de más para creer que si el procesado “líder” del
PRO hubo aprobado alguna vez el pre-escolar, es un hecho tan sorprendente como
que alguien pueda haberlo votado y tome en serio cada una de sus heces
verbales. No obstante, sus frívolos y ensoberbecidos acólitos, chicos lindos y
muy afectos a las remeras y los globos amarillos, en su delírium trémens
tuvieron el desvarío de compararlo con el “Che” Guevara. La verdad que todo lo
de este personaje es tan pobre, que lo único que le queda es plata . . .
Se le escapa que el 54% no votó por reconciliación, consenso y
todas las hipocresías que barbotea a diario el consumidor de bigotes postizos
de Freddy Mercuri, sino para igualar para arriba y ponerle limites al
cipayaje local y recuperar algo de lo que expoliaron los garcas de
siempre. Y no se crea que el sayo les cabe sólo a esos sectores. En las filas
de la derecha salvaje también milita un gran número de nuestra izquierda
delirante, que siempre fue y será antiperonista -hoy antikirchnerista- porque
el pueblo que ellos dicen representar y del cual se creen la vanguardia
iluminada, es peronista -hoy kirchnerista- y eso no se lo perdonan jamás. Con
lo que terminan siendo funcionales a los intereses más retrógrados de la
Argentina.
Que los que se sienten dueños del país piensen de esa manera, resulta
obsceno pero no llamativo. Pero que alguien que se vende como “heredero del
“Che” sea más conservador y reaccionario que el Biolcati de la
tradicional y arcaica oligarquía estancieril, es algo que da vergüenza, ajena,
propia y de género. Por lo que es dable pensar que si aún le quedan adherentes
a Macri, se debe a que todavía persisten aberraciones inexplicables en la
conducta humana . . .
Es probable que estas opiniones, para algunos, merezcan custodiarse
entre cautelosos paréntesis. Puede ser, aunque no por ello debieran dejar de
ser atendibles.
Porque, si algún día -ojala que nunca- algún integrante de esta
impresentable oposición, -que, como cantan Los Redonditos “es un caníbal
desdentado que pretende enseñar cómo se mastica” - por esas cosas de la
vida llegara a ser gobierno, de
sólo imaginarlo -como dice el tango- “dan ganas de balearse en un rincón”. . .
Laborde. Cba. Arg.
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